Lo que empezó siendo un festival alegre en Camboya termino siendo una masacre. En cuestión de minutos las risas de todos los ciudadanos ante una fiesta esperada por todos se convirtió en llanto, desolación y miseria.
He escogido esta foto, perteneciente a la edición de El País del 22/11/2010, porque tiene cierto toque artístico. En todas las demás tratadas para este mismo tema se pueden ver multitud de cuerpos apiñados, una de ellas representa un caos total de niños y adultos sin dejar ver más que las cabezas de los damnificados y la desesperación flotando en el aire.
Pero está me ha parecido diferente, en primer lugar el color de la imagen, ligeramente amarillenta, como si el montón de cuerpos que hay en hilera estuvieran siendo iluminados por farolas que hacen de focos, aludiendo al final de una escena.
En segundo lugar por la colocación de las víctimas, parecen puestas así a propósito, formando una fila pero tumbados en el suelo y alrededor de ellos una valla humana que contempla horrorizada lo que tiene ante sus pies. Como si el fotógrafo en cuestión hubiera decidido colocar los elementos a su antojo y sin embargo no ha sido así.
De fondo también la policía intentando poner orden, cada uno concentrado en una tarea distinta.
Me ha llamado la atención especialmente la colocación de los cuerpos más alejados, parecen, desde la lejanía, perfectamente colocados, a la misma altura, como si fueran unas piezas de tetris que encajan a la perfección.
He decidido poner está foto por estos motivos, da más lugar a la interpretación, no es como en el resto de imágenes en las que se ve de forma clara que hay dolor, desesperación porque te muestran a los familiares o a médicos intentando reanimar hombres. Aquí ves el paso de la muerte y todos los elementos de fondo intentando restablecer el orden.
No impacta lo mismo que otras pero si se quitasen algunos elementos y se dejasen sólo a las víctimas camboyanas, podría parecer un cuadro.
